¿La mesa está servida para lograr una verdadera unidad?
Carlos Romero Mendoza
12 de marzo de 2018
La unidad es un tema complejo, además de ser un proceso político que supone reconocimiento de todos los actores involucrados y el respeto entre cada uno de ellos.
El 19 de julio del 2017, a través Compromiso Unitario para la Gobernabilidad[1], 21 organizaciones políticas, expresaron su compromiso con la Mesa de la Unidad Democrática como plataforma válida e instancia de conducción y coordinación política entre los partidos que la conforman, reconociendo que sólo en unidad se podrá lograr el cambio político y garantizar la viabilidad, la estabilidad y la gobernabilidad del próximo gobierno.
Pero además, la Unidad Democrática, consciente de la necesidad de una mayor inclusión, propuso la creación de un Gran Frente Social donde todos los sectores del país estuvieran representados.
El Compromiso Unitario para la Gobernabilidad, que introdujo para el debate y la discusión los lineamientos generales y las etapas en las cuales se propone el desarrollo del Plan de Gobierno de unión nacional, pasó sin pena ni gloria como consecuencia de la poca divulgación y debate de su contenido.
Esa misma Unidad Democrática, el 21 de febrero 2018, a través de otro documento titulado Unidad reta al Gobierno de Maduro[2], nuevamente se dirige a los venezolanos y expresa un nuevo compromiso, en este caso, la conformación de un Frente Amplio Nacional, con la finalidad de lograr este año elecciones limpias, competitivas y el rescate de la democracia.
Pero, además, se comprometió a iniciar un proceso de reuniones y consultas con distintos sectores sociales organizados para la conformación del gran Frente Amplio Nacional. También anunció un proceso amplio de discusión y consulta en todo el país y con todos los sectores del Programa de Gobierno de Unión y Reconstrucción Nacional.
Dos eventos: una proclama titulada “Venezuela no se rinde”[3], del 6 de marzo de 2018, y el Manifiesto del Frente Amplio Venezuela Libre[4], del 8 de marzo de 2018, crean expectativas en la población venezolana en una misma semana, con una narrativa que, aun siendo presentadas por separadas, son más los puntos coincidentes que las diferencias allí expresadas.
No cabe duda de que un denominador común en ese acto fue, principalmente, el compromiso por lograr elecciones libres y competitivas, pero, como todos los actores reconocen, el camino de la unidad no debe agotarse en lo electoral.
En tal sentido, la Sociedad Civil en su proclama “Venezuela ¡No se rinde!” nos invitó a todos los venezolanos a sobreponernos a las fracturas, el éxodo, la división, la desesperanza y la tristeza para convocar a la Unidad Nacional. En esa misma línea, con absoluta coherencia, el manifiesto del Frente Amplio Venezuela Libre, reconoció la necesidad de salir de esta tragedia sin matarnos entre hermanos y guiados por la Constitución, y ello no es posible –y no será– sin un gran encuentro de los venezolanos más diversos.
El Manifiesto del Frente Amplio Venezuela Libre invitó, además, a todas las organizaciones nacionales, regionales y locales a sumarse al rescate de la democracia, al cambio de Presidente y del modelo inconstitucional que el Gobierno impone y, en tal sentido, la proclama “Venezuela ¡No se rinde!” convocó a sumar esfuerzos para derrotar al gobierno de Maduro y evitar la continuación de esta “espantosa tragedia humana”.
Por lo tanto, pareciera validarse la afirmación categórica que hace el Manifiesto del Frente Amplio Venezuela Libre al señalar que “nos une la decidida voluntad de salir de esta trágica emergencia, reconstruir el país y lograr una sociedad y economía en donde todos los venezolanos tengamos vida digna, en paz y respeto mutuo; en donde todos los derechos sean para todos los venezolanos”.
La proclama Venezuela ¡No se rinde! y el Manifiesto del Frente Amplio Venezuela Libre, parecen encontrarse en puntos comunes, sobre los cuales se pueden construir consensos importantes que permiten una gran oportunidad en la ruta hacia la construcción de una unidad política efectiva y más eficiente. Pero ninguno de los dos documentos logró definir una hoja de ruta concreta para aclarar su organización y orientar, no sólo a la opinión pública sino a la acción cívica, pacífica y no violenta de los ciudadanos.
Ante esa realidad, se podría proponer retomar los compromisos de la Unidad Democrática, expresados en julio 2017 y febrero 2018, y unirlos al reconocimiento de la decidida voluntad de salir de esta tragedia que vive Venezuela, para guiados por la Constitución, alcanzar un Acuerdo Nacional para la Reconstrucción, producto del debate y la consulta del Programa de Gobierno de Unión y Reconstrucción Nacional.
Resulta una alternativa estratégica viable para restaurar niveles de cohesión social básicos para enfrentar los desafíos que hoy tenemos como sociedad y generación, pretender que bajo la orientación y conducción de la Conferencia Episcopal de Venezuela y las universidades democráticas, se inicie un proceso de consulta y debate sobre el Programa de Gobierno de Unión y Reconstrucción Nacional, que permita complementar los consensos electorales con consensos programáticos para un futuro gobierno de unión y reconstrucción nacional, amplio, plural e incluyente, como lo califica el Compromiso Unitario para la Gobernabilidad del 2017.
Esta propuesta es muy viable, principalmente porque si valoramos que las exigencias programáticas que se han formulado en la Proclama Venezuela ¡No se rinde!, son coincidentes y coherentes con las líneas generales presentadas, incluso en julio 2017, por la Unidad Democrática en el Compromiso Unitario por la Gobernabilidad, y que, además, ninguna de esas propuestas son contrarias a las presentadas por Soy Venezuela a través de las redes sociales. Pareciera fácil concluir que es viable un ejercicio de debate y consulta para construir los consensos generales y nacionales para un gran acuerdo de reconstrucción nacional, avalado por la Conferencia Episcopal Venezolana, las universidades y legitimado a través de la consulta a la sociedad civil organizada desde las bases de nuestra organización político territorial.
Para que ese ejercicio sea considerado un verdadero acuerdo nacional –y con ello los dos eventos del 6 y del 8 de marzo tengan una continuación efectiva a un acto que alimente la cohesión social y genere la mayor confianza institucional y política– es altamente recomendable que esta propuesta concluya con la aprobación por parte de la Asamblea Nacional de un acuerdo formal para la reconstrucción nacional, atendiendo de manera expresa el mandato del artículo 187, numeral 8, e inspirados fundamentalmente en el artículo 333 de la propia Constitución Nacional.